VIERNES DE VEJENTUD
Por: Pedro F. Rivas Guitiérrez
Pobre escribidor, ya está chocheando. Llega el viernes y no ha preparado nada para publicar. Es cuando se acuerda de mí.
¡Paquitooooo! Y de paso invoca a los Beatles: ¡Help!
Como dijo aquel: ¿Por qué yo?
¿Por qué no acude a sus amigos o a los primos de sus amigos? Muy sencillo, porque sabe que cojean del mismo pie. Intentan contar una historia y se vuelve el cuento de nunca acabar. Balbucean, tartamudean, callan, y no logran recordar nombres, fechas y acontecimientos. El único cuento que se saben completo es aquel de: “Había un gato con los pies de trapo y su cola al revés, ¿te lo cuento otra vez?”
Saben que alguna vez jugaron kimbomba (o quimbomba, o timbomba, o tinbomba, como usted le llame), pero ninguno se acuerda de las reglas. ¿Qué jugada valía tres outs? ¿Cuándo había que decir: “con permiso”? ¿Qué pasaba si no decías: “con subidas y bajadas”?
Y ya no digamos de hilar nombres y sucesos. Se acuerdan del apodo, pero no del nombre; si saben el nombre, confunden los apellidos; mezclan generaciones, imputan al nieto acciones del abuelo (pues como no, si es al que conocieron); tardan una eternidad en completar una frase sencilla, tratando de recordar la palabra adecuada; en fin, se vuelve una mezcolanza de: ¿cómo se llamaba?, ¿cómo se dice?, ah… hum… este…, o sea… etcétera.
A lo mejor ustedes conocen gente así. Si no, yo les puedo presentar al escribidor y a no pocos de sus amigos. No van a aprender nada nuevo, pero se van a divertir.
Bueno, el caso es que este es uno de esos viernes. El escribidor está en blanco y su esperanza es que yo lo ayude. Pretende que yo sea como aquellas mamás que le hacen la tarea al crío para que no quede mal en la escuela.
¡Flaco favor, señoras! El chamaco pasará de año con diez de calificación, pero seguirá siendo un flojonazo, inútil, bueno para nada. (Esta asesoría fue de cortesía, de nada).
Pues nada, mi querido escribidor, no supliré tus deficiencias, ve cómo te las arreglas. Como penitencia, deberías publicar esta breve carta, no solo para purgar una mínima parte de tus pecados, sino también para despertar las conciencias de muchos vivos que se pasan la vida cargándole sus muertos a los demás.
Cariñosamente (aunque no lo creas): Paquito Pocamonta y Teflón. Duque de la Hornilla.