Por Samuel E. Vázquez
Lugar lleno de leyendas, misticismo, nostalgias, pero también de contrastes porque en los últimos tiempos la tristeza y melancolía de los deudos ha tenido como trasfondo, música, charanga y hasta voladores, atendiendo la última voluntad del difunto.
En la parte mas alta del arco del pórtico se lee el año de su apertura: 1918 o 1919 y durante muchos años el pasillo central estuvo flanquedo por sendas hileras de limonarias que fueron exterminadas porque supuestamente alojaban un virus que enfermaba a los citrícos, principal riqueza de la zona. Por esto mi suegro Don Gual Ayora, cuando agobiado por sus dolencias ya quería emprender el viaje sin retorno decía: “ ya quiero que me lleven al paseo de las limonarias”.
Al entrar al panteón a mano derecha la primera tumba es la de mis tios abuelos, la Fam. Pacho Baeza, y a la izquierda esta el osario de las Sras. Velia Becerra A. y su madre Amalia Ayora C. cercanas y entrañables a mi familia.
Al final del pasillo a mano derecha, está la tumba del martir socialista Arcadio Santoyo muerto en 1919 a pedradas en el barrio de la mejorada por esbirros a la orden de hacendados de la época.
Muy recordada es la impresionante manifestación de duelo durante el sepelio de 6 campesinos que fueron arteramente balaceados por policías enviados por el torpe y criminal gobernador Franco Aguilar en febrero de 1962; los ejidatarios se manifestaban frente al palacio municipal, pidiendo la liberación de su líder, injustamente encarcelado. Un año después, en febrero de 1963 fue dramático y triste el entierro de la joven Emilia y de sus padres; murieron durante el forcejeo para liberarla porque su pretendiente varias veces rechazado, la tenía fuertemente abrazado y entre sus ropas traía prendidos cartuchos de dinamita; huelga decir que los 4 murieron horriblemente mutilados.
Hasta hace unos 50 años los entierros se efectuaban en un silencio acogedor solo interrumpido por llantos, lamentos y rezos de los deudos pero de un tiempo para acá, quizá por influencia de otras regiones del pais, el descenso a la última morada se ha visto acompañado por mariachis, trova, charanga y hasta voladores como fue el caso de mis extintos cuñados Gualberto y Carlos(“Calin bombo”) Ayora Cámara.
Recientemente atestigué el entierro de un amigo cantinero que además de música hubo cerveza y licor. El sepulturero me relató que hace poco presenció como la viuda dio cumplimiento cabal de la última voluntad de su esposo: ante el ataud abierto, los mejores amigos del difunto debían pasar uno por uno, destapar un “misil” de cerveza, tomar de la botella y el resto rociarlo sobre el cadáver.
Aquí toca relatar una travesura juvenil; sucede que andábamos de parranda y a eso de las 11 de la noche al líder del grupo Renán “Chó” Ayora, se le ocurrió llevar serenata a sus compadres ya fallecidos y ahí nos ven saltando el muro perimetral del panteón con todo lo necesario para seguir tomando las “cubas” mientras el trovador cantaba las melodías preferidas del difunto al pie de su tumba.
En otra ocasión 4 damas asistieron a una fiesta de XV años en un local cercano al camposanto y estaba amaneciendo y al notar que las flores que adornaban profusamente el local y las mesas se iban a marchitar irremediablemente, tuvieron la idea de recolectarlas -previo permiso del padre de la festejada, y llevarlas a repartir a las tumbas de familiares y amigos; fue singular verlas con sus vestidos largos deambulando por el panteón, no faltó quien creyó ver a “La Xtabay” o a “La llorona”
Un veterano sepulturero me contó que ha visto rituales de brujería al abrir ataudes para liberar los restos áridos como la ocasión en que notó que había una botella envuelta en propaganda política de mi cuñado Gualberto Ayora cuando “jugó” y ganó la alcaldía por segunda ocasión. Al comentar en tono festivo el hecho al superticioso Gual me respondió: “…pues no te burles, porque por poco me gana Tito López”(la diferencia fue de menos de 200 votos).
En otra ocasión un albañil construyó la tumba de su propio hijo, pero alguien dejó una imagen y ofrenda a la Santa Muerte; el caso es que a la semana murió también el padre. El mismo enterrador atestiguó un pleito entre los hijos por la herencia, apenas terminada la inhumación de su padre.. Por último, me contó que en varias ocasiones ha constatado, al liberar los restos, encuentra al esqueleto , fuera de su posición habitual, puede ser que lo enterraron vivo, durante un ataque de catalepsia.
En mi experiencia personal, he notado que los hijos que mas lloran y sufren durante el sepelio de un padre fueron los mas ingratos y lucharán encarnizadamente por la herencia