Era una noche tranquila en el muelle de Telchac Puerto. La brisa marina acariciaba los rostros de quienes, despreocupados, disfrutaban del sonido de las olas.
Sin embargo, la tranquilidad se convirtió en tragedia cuando dos personas perdieron la vida al ahogarse en un fatídico accidente.
El reloj marcaba la noche del sábado cuando un hombre y una mujer, amigos que habían estado bebiendo cerveza desde el anochecer, se encontraban en el muelle.
El ambiente era relajado, pero en un instante, todo cambió. El hombre, al pararse, tambaleó y cayó al mar. Sin pensarlo dos veces, su amiga se lanzó tras él en un intento desesperado por salvarlo, a pesar de no saber nadar.
Los testigos relataron que, tras caer al agua, el hombre solo logró pedir auxilio en contadas ocasiones antes de que su acompañante se lanzara tras él. Se escucharon gritos y balbuceos que, en cuestión de segundos, se desvanecieron, dejando solo el sonido inquietante del mar.
La desesperación se apoderó de los presentes, quienes rápidamente llamaron al número de emergencias 9-1-1. Sin embargo, cuando los elementos de auxilio llegaron al lugar, poco pudieron hacer para cambiar el trágico desenlace.
Vecinos del puerto, familiarizados con el mar y sus peligrosas corrientes, se unieron a los esfuerzos de búsqueda, recorriendo la orilla de la playa en dirección poniente, mientras que agentes de la policía estatal patrullaban la zona en lancha.
Las horas pasaron con una angustia palpable en el aire. Finalmente, los cuerpos fueron ubicados y recuperados. La policía municipal acordonó el área, mientras el personal de la Fiscalía General del Estado se encargaba de levantar los cuerpos y realizar las diligencias correspondientes.
El silencio del muelle, ahora vacío y sombrío, contrastaba con la tragedia reciente. Las luces de las patrullas iluminaban tenuemente el lugar, reflejándose en el mar, que parecía haberse tragado la alegría de la noche.
Telchac Puerto quedó marcado por la pérdida de dos vidas, un recordatorio doloroso de la fragilidad humana ante la fuerza implacable del mar.
Familiares y amigos de las víctimas comenzaron a llegar al lugar, sus rostros llenos de dolor e incredulidad. Las autoridades ofrecieron palabras de consuelo, pero la magnitud de la tragedia era evidente. El muelle, testigo mudo de tantas historias y momentos, ahora guardaba en su memoria una de las noches más tristes de Telchac Puerto.
La comunidad, unida en su dolor, recordó a las víctimas con velas y flores, convirtiendo el lugar en un improvisado altar.
La tragedia dejó una lección dolorosa sobre la importancia del cuidado y la precaución en el mar, recordando a todos que, aunque hermoso, el océano puede ser implacable y peligroso.
Telchac Puerto nunca olvidará aquella noche en que el mar reclamó dos vidas, y el eco de los gritos desesperados se desvaneció en la inmensidad de las olas.