La tranquilidad de un lunes por la mañana en la secundaria “Agustín Vadillo Cicero”, ubicada en la colonia El Fénix de Mérida, se rompió de forma inesperada. En el grupo F de tercer grado, los estudiantes estaban listos para comenzar sus clases cuando un hombre desconocido entró al salón. Su presencia, al principio desconcertante, se tornó inquietante en cuestión de minutos.
Vestido de manera formal y con actitud segura, el individuo afirmó ser un psicólogo enviado por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Con estas credenciales ficticias, logró ganarse la atención inicial de los alumnos. Pero lo que comenzó como una introducción rutinaria rápidamente se convirtió en una experiencia aterradora.
El supuesto psicólogo lanzó amenazas que escalaban en gravedad con cada palabra. Les aseguró que sabía dónde vivían y que sería implacable si no obedecían. Con un tono desconcertante, les relató que no había logrado convertirse en maestro porque, según él, “Satanás” lo había impedido. Entre insultos y sugerencias perturbadoras, incluyendo referencias al suicidio, la atmósfera en el salón se tornó opresiva.
El silencio de la administración
Tras lo que debió sentirse como una eternidad para los estudiantes, el hombre salió del aula y abandonó la escuela sin que nadie lo detuviera. Nadie llamó a la policía ni tomó medidas inmediatas para proteger a los estudiantes o investigar el suceso. Fue hasta el miércoles, dos días después, que los padres de familia se enteraron de lo ocurrido y enfrentaron a las autoridades escolares con reclamos llenos de indignación.
“¿Cómo es posible que una persona ajena al plantel pueda ingresar, encerrarse con los alumnos y decirles cosas fuera de lugar? Esto es una falla gravísima en la seguridad”, declaró uno de los padres durante la protesta organizada a las puertas de la escuela.
Los padres, alarmados por los testimonios de sus hijos, consideraron que el episodio fue prácticamente un secuestro dentro del aula. Exigieron explicaciones contundentes, medidas de seguridad inmediatas y, sobre todo, justicia.
La respuesta de las autoridades
Ayer mismo, la Secretaría de Educación confirmó que nunca enviaron a ningún psicólogo a ese plantel. Ante esta revelación, la dirección escolar se comprometió a presentar una denuncia formal ante la Fiscalía General del Estado (FGE) para esclarecer los hechos y garantizar la seguridad en el futuro.
Por su parte, los padres acordaron mantenerse vigilantes y organizarse para exigir que este tipo de incidentes no vuelva a ocurrir.
“Nuestros hijos deben sentirse seguros en la escuela, no vivir experiencias que los marquen de esta manera”, comentó una madre visiblemente consternada.
Mientras la investigación avanza, los alumnos del grupo F intentan retomar la normalidad, aunque el recuerdo de aquel hombre que irrumpió en su aula sigue siendo una sombra difícil de disipar.