En las fértiles tierras del sur del Estado, donde los aromas cítricos impregnan el aire y la naturaleza despliega su abundancia, un nuevo protagonista se asienta entre los campos: el aguacate doble cosecha. Con una presencia discreta pero prometedora, este fruto ha conquistado tanto a agricultores como a consumidores, convirtiéndose en un símbolo del ingenio agrícola mexicano.
Hace más de una década, las primeras plantaciones de esta variedad especial comenzaron como una apuesta tímida, intercalándose entre los cítricos para maximizar el uso del terreno. Sus características no tardaron en demostrar su valor: árboles que no superan los tres metros de altura, ramas poco frondosas que facilitan el manejo y una generosidad en frutos que parece no agotarse. Su tamaño compacto es una ventaja en comparación con otras variedades, permitiendo a los agricultores optimizar su producción sin sacrificar espacio ni recursos.
El aguacate doble cosecha no solo brilla en el campo, también lo hace en los mercados. Cada caja, valuada entre $150 y $200, representa un ingreso vital para las familias productoras, que ven en este fruto una oportunidad de crecimiento económico sostenible.
Mientras tanto, en los grandes escenarios internacionales, el aguacate mexicano se prepara para otro hito: exportar 110,000 toneladas para el Super Bowl LIX. Este evento deportivo, que congregará a millones de espectadores en Nueva Orleans y más allá, será también una vitrina para uno de los productos agroalimentarios más importantes del país. En Estados Unidos, donde el consumo per cápita ha alcanzado los 4.1 kilogramos, el aguacate es mucho más que un ingrediente: es un fenómeno cultural.
El guacamole, esa mezcla cremosa que acompaña chips y totopos en fiestas y eventos, será el plato estrella en innumerables hogares durante el Super Bowl. Para los productores del sur del Estado, el éxito global del aguacate mexicano refuerza su compromiso con este cultivo, que ahora ocupa un lugar privilegiado entre los cítricos y en las mesas del mundo.
En estas tierras, el aguacate doble cosecha no solo se adapta, prospera. Sus raíces están profundamente ancladas en el suelo del sur del Estado, mientras sus frutos llegan hasta las mesas de los rincones más lejanos del planeta. Es el reflejo de cómo la tradición y la innovación agrícola pueden dar frutos, literalmente, en la economía y el orgullo de México.