Era un día como cualquier otro en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), donde Emmanuel A.G.U., un joven de 18 años, vivía su vida con ilusión. Estudiante de la Licenciatura en Derecho, lleno de sueños y ambiciones, nunca imaginó que ese día se convertiría en su último.
Junto a sus amigos, decidió celebrar un momento de diversión, sin saber que esa decisión los llevaría a una tragedia. Habían llegado a un cenote privado dentro del Campus de Ciencias Sociales, Económico, Administrativas y Humanidades, un lugar conocido por su belleza natural. El grupo de jóvenes se relajó, disfrutando de la compañía y compartiendo bebidas alcohólicas. Al parecer, Emmanuel decidió darse un baño en las aguas frescas del cenote, como parte de la celebración. Sin embargo, lo que parecía un simple chapuzón se convirtió en una pesadilla.
El joven no salió a la superficie. Su falta de respuesta alarmó a sus amigos, quienes, desesperados, pidieron ayuda al 911. Minutos después, los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y los cuerpos de emergencia llegaron al lugar, pero ya era demasiado tarde. Emmanuel ya no presentaba signos vitales.
La tragedia tocó de cerca a la comunidad universitaria. En un comunicado, la UADY expresó sus condolencias y lamentó profundamente la pérdida de su estudiante. Pero la preocupación no terminó ahí. La noticia de su muerte también trajo a la luz una realidad alarmante: el número de ahogamientos en cenotes de Yucatán ha ido en aumento, con un incremento del 15% en 2024. En total, 25 vidas fueron cobradas por estos cuerpos de agua, muchos de los cuales son visitados por turistas nacionales e internacionales sin conocer los riesgos que implican.
Expertos en rescate y seguridad acuática han señalado que el consumo de alcohol y la falta de supervisión adecuada son factores recurrentes en estos incidentes.
El uso incorrecto de chalecos salvavidas, la sobreestimación de las habilidades de nado y la presencia de corrientes subterráneas son peligros que muchos no toman en cuenta, sobre todo en cenotes profundos o con poca visibilidad.
Gabriela Ruiz, experta en seguridad acuática, alertó sobre la falta de controles en algunos de los cenotes más populares, como Ik Kil y Xkekén, donde la seguridad no siempre es prioritaria. Mientras tanto, las autoridades locales han intensificado las campañas de concientización, haciendo obligatorio el uso de chalecos salvavidas y promoviendo la contratación de guías certificados.
La muerte de Emmanuel es un recordatorio doloroso de lo frágil que es la vida y de la necesidad urgente de tomar precauciones.
En medio de la tristeza, la UADY y la sociedad en general reflexionan sobre la importancia de la seguridad y el cuidado en los espacios naturales, para que tragedias como esta no se repitan.