Hace cinco años, las redes sociales comenzaron a ser más que un espacio de interacción social. Durante los días de confinamiento por la pandemia de COVID-19, comenzaron a emerger pequeños comercios virtuales que, lejos de ser una simple tendencia, se convirtieron en una alternativa real para miles de familias. Hoy, la economía informal ha crecido en Yucatán y en muchos otros estados del país, sustentada principalmente por el ingenio y las ganas de salir adelante de miles de emprendedores que, en su mayoría, son mujeres.
Plataformas como Facebook, Instagram y WhatsApp se transformaron en escaparates para todo tipo de productos: desde deliciosos postres y comida casera hasta ropa, artesanías y servicios. Para muchos, esta forma de comercio se ha convertido en un salvavidas, un medio de subsistencia que comenzó por necesidad y que, con el tiempo, ha encontrado su espacio en el mercado local.
Lo que comenzó como una respuesta a la falta de empleo y el confinamiento, ha demostrado ser una vía viable para aquellos que no encuentran trabajo formal o enfrentan el aumento de los precios de los productos de la canasta básica. A través de simples publicaciones o mensajes directos, se han creado pequeños ecosistemas de venta que recorren diversos municipios, llevando productos de hogar a hogar.
Entre los emprendedores de esta nueva forma de comercio, muchas de las mujeres han encontrado un medio para contribuir al sustento de sus familias. Ya no es raro ver a madres de familia, amas de casa o jóvenes que, desde la comodidad de su hogar, logran generar ingresos a través de la venta de productos caseros o servicios que ofrecen a través de las redes.
Aunque algunos de estos comercios carecen de la formalidad y estructura de un negocio tradicional, la flexibilidad y el acceso que ofrecen las redes sociales han permitido que estos emprendedores, en su mayoría locales, construyan una red de clientes fieles que prefieren comprar de manera directa y más personal. Y, aunque la pandemia ya es parte del pasado, el comercio informal ha logrado mantenerse vigente y sigue creciendo, demostrando la resiliencia y creatividad de quienes han optado por esta vía.
Hoy, las redes sociales ya no son solo para compartir fotos o pensamientos: son el motor de un comercio que crece día a día, transformando vidas y ofreciendo una nueva forma de hacer negocios en la región.