El verdor de los viveros se expande en el sur del Estado como un reflejo del auge que ha cobrado la demanda de injertos de cítricos y frutales. Agricultores y productores han encontrado en la multiplicación de estas especies una oportunidad de negocio que no solo satisface las necesidades del mercado, sino que también impulsa el crecimiento del sector agrícola.
La preferencia por los injertos de cítricos se inclina, en primer lugar, hacia el limón persa sin semilla, una variedad que se ha convertido en la favorita de los productores por su alta rentabilidad y resistencia. Le siguen la naranja dulce, la mandarina y la toronja, frutos que continúan consolidando su presencia en los cultivos de la región.
Pero el interés no se detiene en los cítricos. En el ámbito de los frutales, el aguacate doble cosecha, conocido también como aguacate especial, se posiciona como una de las opciones más buscadas. Su contraparte, el aguacate Suárez, también goza de una notable popularidad. Asimismo, el mango, en sus variedades Tony y gigante, ha encontrado un mercado sólido, al igual que el mamey, cuyo cultivo sigue en ascenso.
Con una producción que supera las 80 mil plantas mensuales, el auge de los injertos no solo ha provocado un incremento en la apertura de viveros, sino que también ha consolidado a la región como un epicentro de producción frutícola. Los viveristas, conscientes del crecimiento exponencial, han optimizado sus procesos y diversificado su oferta para garantizar la calidad y resistencia de sus injertos.
El paisaje agrícola del sur del Estado se transforma. Filas interminables de pequeñas plantas injertadas se alinean en los viveros, esperando ser trasplantadas a los campos donde, en el futuro, se convertirán en árboles frondosos y productivos. La demanda sigue en aumento y con ella, la certeza de que la agricultura sigue siendo un pilar fundamental en el desarrollo de la región.