El año pasado, los campos de coco en el sur de Yucatán parecían desolados. El sol abrasador y la falta de lluvia castigaron las palmeras, impidiendo que sus frutos crecieran. Los productores miraban con preocupación cómo los cocos abortaban antes de tiempo, dejando árboles desnudos y mercados vacíos.
En Oxkutzcab, la plaza donde solía respirarse el aroma fresco del coco, el bullicio de los compradores disminuyó. Comerciantes que antes adquirían el fruto al mayoreo para llevarlo a la Riviera Maya regresaban con las manos vacías. La sequía había convertido al coco en un tesoro inalcanzable.
Pero el 2025 trajo consigo una nueva esperanza. Con lluvias más constantes y temperaturas más amables, las palmeras volvieron a florecer. Los frutos redondos y pesados cuelgan nuevamente de sus ramas, listos para ser cosechados.
En la Central de Abastos de Oxkutzcab, la venta de coco al mayoreo se ha normalizado. Ahora, los compradores pueden adquirirlo entre $10 y $12 pesos por unidad, reactivando el comercio y devolviendo el ritmo a los mercados.
Los camiones cargados con cocos frescos parten una vez más rumbo a la Riviera Maya, llevando con ellos el sabor y frescura de un fruto que, tras un duro año de sequía, vuelve a ser el oro tropical de la región.