El equinoccio de primavera llegó puntual a las 6:11 horas en Dzibilchaltún, donde el sol atravesó majestuoso el Templo de las Siete Muñecas. Sin embargo, unas nubes rebeldes casi arruinan el espectáculo, poniendo en jaque la precisión matemática de los antiguos mayas. Aunque la niebla suele ser un obstáculo, esta vez la naturaleza permitió un destello de grandeza para quienes se reunieron en el sitio.
Cerca de 300 personas acudieron a Dzibilchaltún, muchos vestidos de blanco para cargarse de energía y conectarse con el poder de los ancestros. Binoculares, cámaras y celulares capturaron el instante en que el sol se alinea con las aberturas del templo, creando una postal digna de admiración.
El Templo de las Siete Muñecas debe su nombre a las figuras de arcilla encontradas bajo su piso. También se le conoce como el “Templo del Sol” por el fenómeno arqueo-astronómico que ocurre dos veces al año, cuando el sol naciente se deja ver a través de sus aberturas. Este templo refleja el conocimiento matemático y astronómico de los mayas, un legado invaluable que perdura en el tiempo.
Pero el esplendor del equinoccio no termina ahí. Hoy por la tarde, en Chichén Itzá, Kukulcán descenderá por la escalera norte de la pirámide principal a las 16:01 horas, según especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La serpiente emplumada proyectará su sombra escalonada en un espectáculo único que atrae a miles de visitantes de todo el mundo.
El sacbé, o “camino blanco”, conecta estos vestigios de sabiduría ancestral, recordándonos el esplendor de una civilización que entendía como pocos el ritmo del cosmos y la fuerza de la naturaleza.