La mañana del domingo no fue una más en el calendario político de México. Fue la primera vez que la ciudadanía eligió directamente a quienes integrarán el Poder Judicial, y también fue la primera vez que una presidenta en funciones participó en un proceso así de inédito. Claudia Sheinbaum, acompañada de su esposo Jesús María Tarriba, llegó puntual a la casilla ubicada en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
No hubo largas declaraciones ni discursos políticos. Sólo una frase sencilla, poderosa y cargada de simbolismo: “¡Viva la democracia!”, pronunció al llegar y al salir. Tardó poco más de 10 minutos en emitir su voto, el suficiente para dejar claro que el cambio institucional promovido desde la Cuarta Transformación no es sólo de palabras, sino de hechos.
Mientras tanto, a cientos de kilómetros, en Palenque, el expresidente Andrés Manuel López Obrador también acudía a sufragar. Desde su rancho, rompió nuevamente el silencio autoimpuesto desde octubre pasado para participar en lo que calificó como una “elección histórica”. Reconoció la importancia del momento y reiteró su respaldo a Sheinbaum: “Tenemos a la mejor presidenta del mundo”, dijo con convicción.
La jornada fue observada también desde el extranjero. El congresista hondureño y observador internacional del INE, Rasel Antonio Tomé, no dudó en calificar el ejercicio como un ejemplo de democracia directa. “Queremos emularlo en Honduras. Que el pueblo elija también a sus jueces”, expresó.
Con un voto, una frase y una presencia institucional firme, Claudia Sheinbaum no solo reafirmó el espíritu democrático de su administración, sino que también se convirtió en protagonista de un capítulo que ya forma parte de la historia constitucional del país.