En el sur del estado, la Navidad no siempre brilla como en los escaparates. Mientras las luces y villancicos anuncian fiestas y reencuentros, en muchas casas la preocupación se impone sobre la celebración. El motivo no es nuevo, pero sí cada vez más profundo: la economía local, sostenida por el limón persa y otros cítricos, atraviesa uno de sus momentos más frágiles.
La caída en los precios del principal producto agrícola de la región ha reducido la derrama económica que alimenta a más de 4 mil productores y a toda la cadena comercial que depende de ellos. Menos ingresos en el campo significan menos ventas en tiendas, mercados y pequeños negocios. El dinero circula poco y la incertidumbre se siente en cada transacción.
El empeño como salvavidas inmediato
En este contexto, las casas de empeño se han convertido en un termómetro silencioso de la crisis. Durante la semana previa a la Nochebuena, la afluencia aumentó de manera notable. Familias enteras cruzaron sus puertas con una misma intención: convertir una joya, un recuerdo familiar o una cadena de oro en efectivo inmediato para enfrentar los gastos de fin de año.
En municipios donde el acceso a tarjetas de crédito o financiamiento bancario es limitado, empeñar alhajas no es una opción más: es la única. La decisión suele ser rápida, empujada por la necesidad y la presión de cumplir con las celebraciones decembrinas.
Oro caro, deuda cercana
Paradójicamente, el momento resulta “favorable” para quienes empeñan. El precio del oro, cercano a los 2,500 pesos por gramo, ha elevado el monto de los préstamos otorgados. Sin embargo, el alivio es temporal. Las tasas de interés, que promedian el 4% mensual —y en algunos casos lo superan—, convierten ese dinero rápido en una deuda que crece con el paso de las semanas.
Lo que hoy permite comprar la cena o los regalos, mañana será una carga más difícil de levantar.
El 2026 asoma con más peso
Comerciantes y analistas locales coinciden en una proyección poco alentadora. La llamada “cuesta de enero” llegará con mayor fuerza al inicio de 2026, cuando muchas familias enfrenten un alto nivel de endeudamiento y sigan dependiendo de una recuperación incierta en los precios de los cítricos.
Así, mientras el calendario avanza y las fiestas concluyen, el sur del estado se prepara para un inicio de año marcado por el esfuerzo de recuperar lo empeñado y la esperanza de que el campo, una vez más, vuelva a sostener a quienes hoy han tenido que dejar parte de su patrimonio en prenda.
