Y en la quietud del monte, pues la quinta y su solar se encuentra un tanto apartada de la población, los pájaros como los Kau’, el Sacpakal, la tortolita y hasta el Xcocolché, bajan a bañarse en las aguas de estas pilas antiguas, haltún le llaman en maya, labradas quizá por los viejos “Taates” o los “P´uuces”. Siendo que en pasado remoto maya sirvieron como recipientes de alimentación, continúan en el presente sirviendo al tiempo con otros propósitos, pero aun teniendo vida.
Yo las cuido con especial dedicación, para que cuando llegue el “Akabaal”, ese día en que los objetos tendrán vida, no tomen acciones de maldad contra sus dueños. Piedras que dictan la memoria de un pueblo antiguo, piedras que hablan con su presencia, testigos mudos del pretérito.