El martes amaneció con un cielo parcialmente nublado, dando una sensación de calma momentánea. A pesar de los pronósticos que advertían la llegada de más lluvias, la mañana transcurrió tranquila, con una brisa suave que acompañaba el fresco amanecer. Las temperaturas mínimas oscilaban entre los 21 y 23°C, ofreciendo un respiro agradable para los madrugadores.
Hacia el mediodía, el cielo comenzó a despejarse, y el sol se impuso con fuerza, calentando rápidamente el ambiente. El termómetro subió hasta alcanzar entre 32 y 34°C, intensificando el calor en la ciudad. A esa hora, las calles y plazas se llenaron de movimiento; la gente aprovechaba para realizar sus actividades diarias antes de la llegada de la lluvia anunciada.
El contraste llegó por la tarde, cuando el ambiente comenzó a cambiar. Las nubes, antes dispersas, empezaron a agruparse lentamente en el horizonte. Cerca de las 16:00 horas, la formación de nublados era evidente, y el aire se volvió más denso y húmedo. El cielo, que horas antes había sido azul, se tornó gris y amenazante, anticipando lo que vendría.
La lluvia hizo su aparición, ligera al principio, pero constante. Durante las siguientes horas, el paisaje fue bañado por una suave pero persistente precipitación, típica de las lluvias provocadas por la onda tropical número 26. La temperatura comenzó a descender, creando una atmósfera más fresca y relajante. Las gotas, al caer sobre las calles y techos, crearon un ambiente de tranquilidad, mientras los habitantes buscaban refugio en sus hogares o bajo sus paraguas.
La noche prometía seguir igual, con lluvias intermitentes que acompañarían el descanso de la ciudad, cerrando un día de contrastes entre el calor del mediodía y la frescura de la lluvia nocturna.