En el sur de Yucatán, los árboles de cítricos parecen resistir con sus últimas fuerzas. A pesar del riego por micro aspersión, los productores locales observan con angustia cómo sus plantaciones muestran señales de estrés hídrico, un síntoma cada vez más común en esta temporada de calor extremo.
Romina Zapata, meteoróloga de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), advierte que la situación podría empeorar: los termómetros marcarán entre 36 y 40 grados, y la sensación térmica podría superar los 44. Para los más de 400 productores de la zona, esto significa más incertidumbre y menos producción.
“Los árboles están sedientos y nosotros también”, dice don Elías, productor de limón desde hace dos décadas. “La tierra ya no responde igual. Aunque regamos, el calor se lo lleva todo”.
La falta de lluvias, sumada a las limitaciones técnicas de los sistemas colectivos de riego, ha hecho que el agua disponible no sea suficiente para mantener las plantaciones saludables. Esta situación ya empieza a reflejarse en el precio del limón, que esta semana oscila entre 330 y 350 pesos.
Mientras tanto, el cielo sigue despejado, y la lluvia, tan esperada, parece no tener prisa. En cada gota ausente se concentra la esperanza de quienes viven del campo y del fruto de su tierra.