Por Sergio Grosjean
Hoy, salí a caminar y disfrutar del fresco y olor característico de la temporada navideña meridana que respiro por primera vez en lo que va del año, y durante el agradable trayecto, me percate de algo muy particular: el expresivo canto de las aves que no se ensombrecía por el incesante ruido que produce flujo vehicular que hoy no se encuentra ni al 30% de lo que observamos en los últimos meses luego de la oleada de gente que ha inmigrado a nuestra ciudad de las boyas amarillas.
De tal forma, le pregunté a dos amigos que transitaban por rumbos opuestos de la ciudad como se encontraba el tráfico, a lo que respondieron exactamente lo mismo que ví. Y a los que no me creen les sugiero que aprovechen y salgan a la calle ahora a pasear, disfrutar del cielo azul y cuéntenoslo.
Les confieso que en lo más profundo de mi ser me transporté por el tiempo y viví momentos que hoy parecen un sueño: una Mérida como la de hace un lustro que en gran medida las autoridades estatales y municipales se han encargado de destruir en contubernio con otros actores.
Luego de analizar la situación mis duda se aclararon en un santiamén: injustamente, hoy comienzan a detener miles de vehículos que no realizaron su canje de placas- que no se donde guardarán pues no existen tantos corralones-, siendo que no me cabe ni la más remota duda que ese mezquino negocio realizado por parte de las autoridades estatales se asemeja a un crimen, ya que no les importa que miles y miles de personas que no han podido salir del atolladero en el que entraron debido a la maldita pandemia que los dejó casi en la calle y hoy se ven en la necesidad de escoger entre darle de comer a sus hijos o pagar unas perversas placas que el pequeño gobernador mandó a acuñar.
En esa frenética carrera por exprimirle a la sociedad lo poco que tienen, nos enjorquetan unas láminas pintadas sin siquiera algún emblema o ícono alusivo a la identidad de Yucatán que no deberían costar ni cien pesos, te las venden como oro molido y de manera obligatoria 15 veces más de su valor real, y eso solo un ser desalmado podría maquilar, ya que sabemos que ese dinero difícilmente tendrá un buen destino como algunos reporteros de dudosa reputación afirman que gracias a ello tenemos seguridad en el estado, sin percatarse o simplemente valiéndoles un comino que los ciudadanos no somos tan brutos e ingenuos como para no darnos cuenta que las migajas de ese botín concluirán en sus nauseabundas bolsas.
Por otro lado, muchos se peguntan porqué a los yucatecos nos sangran con este abuso mientras miles de vehículos con placas vencidas de otros estados circulan plácidamente. La respuesta es simple: aunque es una tributación que corresponde a cada estado, la tarjeta de circulación ya está vencida, por lo cual, legalmente te debería prohibiría circular, pues ya está caducado su permiso para circular, si así le queremos llamar de manera arbitraria.
Finalmente, solo espero que la gente continúe despertando y quitándose la venda de los ojos como veo que ha sucedido en los recientes días, ya que nuestras últimas tres publicaciones han tenido alrededor de 300,000 – trescientas mil- visitas; y eso es de llamarme la atención, ya que tantas vistas y compartidas para un tema de carácter municipal por no decir doméstico, nos habla de algo muy pero muy poderoso, siendo que en este caso creo ya llegamos al hartazgo y nos encontramos a segundos que rebose el vaso.
Ya para concluir y no robarles más su tiempo, ¿cuál es tu opinión acerca de lo que está aconteciendo con respecto al canje de placas? Feliz sábado