El aire fresco de la madrugada acaricia el rostro de los primeros visitantes que llegan a Dzibilchaltún. Son las 4:30 de la mañana, y la zona arqueológica, que permaneció cerrada por casi un año debido a las obras del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), vuelve a abrir sus puertas en un momento especial: el equinoccio de primavera.
La emoción es palpable mientras la fila avanza lentamente hacia las tres cajas habilitadas para la compra de boletos. El costo de acceso es de 100 pesos por persona, y la gente está ansiosa por presenciar el fenómeno que marca el inicio de la estación: el paso del Sol a través del Templo de las Siete Muñecas.
Cuando el reloj marca las 5:30, el ingreso está permitido. Familias, estudiantes y turistas de todas partes caminan hacia el icónico templo, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. El cielo aún está teñido de azul oscuro cuando, de pronto, una luz tenue comienza a insinuarse en el horizonte.
Poco a poco, el sol emerge, y su resplandor atraviesa con precisión las puertas y ventanas del Templo de las Siete Muñecas. La silueta dorada avanza lentamente, hasta quedar en el centro del edificio, enmarcando el templo con un halo celestial que despierta aplausos y suspiros de asombro entre los presentes.
Es un espectáculo sublime, un tributo al ingenio astronómico de los antiguos mayas que calculaban el cambio de estación con impecable precisión. Mientras algunos capturan el momento con sus teléfonos, otros simplemente se quedan inmóviles, disfrutando en silencio del vínculo sagrado entre la tierra y el cosmos.
Federica Sodi Miranda, directora de la zona arqueológica, observa con satisfacción la nutrida asistencia. Desde la reapertura en enero, el sitio ha recibido hasta 700 personas diarias, en su mayoría visitas escolares que buscan conocer la grandeza de la cultura maya.
El día avanza, y aunque el fenómeno ha concluido, muchos visitantes deciden quedarse para explorar el resto de la zona, que abre a las 8:00 de la mañana. El regreso de Dzibilchaltún en esta fecha tan significativa ha devuelto la magia y el misticismo a uno de los tesoros arqueológicos más importantes de Yucatán.