José Iván Borges Castillo
El pueblo de Kanxoc, ubicado en el oriente de Yucatán, tiene por santos titulares de su iglesia y su pueblo a los médicos Santos Cosme y San Damián.
El origen de su patrocinio en la comunidad se remonta a la primera evangelización de estas tierras, cuando los frailes franciscanos llegaron hasta ese antiguo pueblo maya, bautizaron y catequizaron a los naturales, abrieron los cimientos y levantaron, piedra sobre piedra, un templo dedicado a Dios y bajo los auspicios de los Santos Cosme y Damián que fueron nombrados patronos.
Desde ese tiempo el nombre de estos santos es mencionado con respeto y veneración. Siendo los patrones de la iglesia y pueblo, hacía falta tener imagen de ellos. No con pocos esfuerzos se localizó a un escultor, maestro en el taller y estofado de imágenes sacras, quien se propuso ejecutar su plan de formar a los santos médicos, por lo que consiguió una estampa de ellos, y tras trazar en la madera encomendó su trabajo a los santos que invocó en oración. Fue un señor el escultor y los hizo de todo corazón, con especial empeño.
Con diestro cincel, auxiliado de limas, martillo y todos los enseres necesarios dio comienzo la obra que pronto vio coronado su esfuerzo cuando esculpidas las dos bellas esculturas, se dio paso a ponerles color, sus tocas de color negro, túnicas y manto, los coronó con unos sombreros como bonetes, y teniendo de modelo aquella estampa, prosiguió a darles color blanco a las manos y rostro, con el cual dio por terminando su trabajo.
Apenas concluyó el trabajo los santos mostraron pronto su beneplácito en poner su bendición sobre las dos imágenes.
Al día siguiente el escultor entró a su taller para ver, para contemplar su obra, y se encontró con la sorpresa de que la pintura de rostro y de las manos se había modificado en color oscuro, alegando a causas diversas buscó en su mente justificación a este cambio, tomó su pincel y las volvió a pintar de color blanco.
Al segundo día regresó de nuevo a su taller, ajetreado y con mil pendientes, y al entrar y abrir las ventanas para que la luz entrara al recinto de nuevo se encuentra que las imágenes se habían cambiado de color de piel, pasando de blanco pálido a un oscuro pardo. ¿Será el humo de la vela que alumbra el taller en la noche, la causa? Sin más interrogantes, tomó de nuevo el pincel y los volvió a pintar de color blanco. Era la segunda vez.
El tercer día apenas se levantaba, cuando a prisa, ahora consiente de que todo esto era una señal divina, se levantó el escultor y fue hasta su taller, aun no clarecía en la alborada, con quinqué en mano y abrió las puertas y un tanto temeroso se acercó poco a poco hasta las esculturas de los santos, y levantado el quinqué, ¡oh asombro! el rostro de San Cosme estaba de color negro, y tras correr la lámpara la luz dejó al descubierto que también San Damián estaba de ese mismo color oscuro pardo.
¡Los Santos desde cielo, estaban mostrando su beneplácito para las imágenes en las que se tornaran en los milagrosos Señores de Kanxoc!
Estos hechos atribuidos de milagrosos se conocieron y propagaron por toda la comunidad de Kanxoc, que se sintió honrada por estas muestras de sus patronos sobre sus mismas imágenes. El día que llegaron a Kanxoc, fueron recibidos en medio del júbilo y muestras la alegría por parte de los habitantes, que adornaron las calles, y los llenaron de flores y velas.
Quedaron entronizados las imágenes patronales en su iglesia, donde pronto mostraron su poderosa intersección sobre su pueblo a la largo de la historia y del cual siguen siendo sus especiales patronos.
¡Santos Cosme y Damián!
¡Rueguen por su pueblo de Kanxoc!
Texto de José Iván Borges Castillo
Tekal de Venegas, Yuc.
26 de septiembre del 2020- Año de pandemia
Agradezco a Felipe May Cano que me haya compartido esta leyenda que contaban sus abuelos, los mayores de la comunidad como don Tomás May y doña Jacinta May Canché.