Tradicionalmente, el epicentro de la producción sandiera en el sureste ha sido Puerto Arturo, en José María Morelos, Quintana Roo, una región reconocida por su vocación agrícola. Pero este año, la historia cambió: las cosechas locales se detuvieron, y con ellas, la posibilidad de abastecer los mercados regionales desde fuentes cercanas.
Campeche, otro estado productor, tampoco logró cubrir la demanda. Así que los mayoristas de la Central de Abastos de la Huerta del Estado, en Oxkutzcab, tuvieron que mirar al norte, literalmente. Hoy, la sandía que se vende en los tianguis del sur viaja más de 2,700 kilómetros desde los campos de Chihuahua, cruzando media república para llegar al plato de los yucatecos.
El costo de esa travesía se nota en el precio: 10 a 11 pesos por kilo, cuando en temporadas altas como marzo o abril, el costo puede ser casi la mitad.
Chihuahua, junto con Sonora y Jalisco, lidera la producción nacional de sandía. México, además, presume ser el mayor exportador del mundo, con casi el 23% del mercado global y un destino claro: Estados Unidos, Canadá y Holanda.
Pero este año, para los consumidores locales, la fruta no está precisamente barata. Mientras los paladares disfrutan el dulce sabor, los comerciantes enfrentan una cadena de suministro más larga y costosa.
¿El resultado? Una sandía que sabe a verano, pero huele a importación.