Los cenotes, emblemáticos símbolos de la naturaleza en la Península de Yucatán, México, son formaciones geológicas presentes también en otras partes del mundo.
Según la Enciclopedia Britannica, los cenotes, nombre exclusivo en México, provienen del término maya “dz’onot”, que significa “hoyo” o “agujero en el suelo”.
En inglés son conocidos como sinkholes y en portugués como dolinas. Aunque se encuentran en diversas regiones del mundo, los más renombrados están en México.
¿Qué son exactamente los cenotes?
Según Britannica, son pozos o depósitos naturales, comunes en la península yucateca, formados por la disolución del lecho rocoso calizo por aguas subterráneas, dejando al descubierto el agua subterránea.
Algunos se formaron durante etapas de bajo nivel del mar durante el Pleistoceno.
Existen dos variedades principales de cenotes: aquellos causados por el derrumbe del techo de una cueva y aquellos formados por la disolución gradual de la roca bajo un manto de tierra.
Los cenotes pueden ser abiertos, semiabiertos, antiguos o cavernosos, dependiendo de su antigüedad y proceso de formación.
Estos sumideros pueden ser de gran tamaño, con superficies y profundidades variables, presentando paredes rocosas escarpadas y, a menudo, recibiendo arroyos subterráneos. Su formación puede tardar cientos de miles de años.
Para la cultura maya, los cenotes eran considerados fuentes de vida y centros de comunión con los dioses.
En la región de Yucatán, el suelo poroso actúa como una esponja, filtrando el agua de lluvia y disolviendo la tierra, lo que origina cavernas que pueden inundarse parcial o totalmente.
Cuando estas cavernas colapsan por la erosión, se forman los cenotes.
La Península de Yucatán alberga una abundancia de cenotes de belleza incomparable, como Ik Kil, Samula, X’Kekén, X’Batun, Papakal y Zací. Además, estos fenómenos geológicos también se encuentran en otras partes del mundo, como Brasil, Estados Unidos, Italia, China y Croacia.
En Brasil, por ejemplo, se encuentran en estados como Mato Grosso do Sul y Mato Grosso, así como en la Chapada Diamantina en Bahía, según el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad.