La noche del domingo parecía ser como cualquier otra en el fraccionamiento La Rinconada de la Herradura en Motul. El eco de los grillos y el murmullo lejano de las televisiones encendidas llenaban el ambiente, mientras los vecinos disfrutaban del silencio que marca el final de un día.
Pero ese silencio fue brutalmente interrumpido por un grito desgarrador que rompió la calma: “Mamita, ¿por qué lo hiciste?”
Eran los gritos desesperados de una menor de edad que acababa de encontrar sin vida a su madre, Fátima “N”, de 46 años. Los vecinos de la calle 11, alertados por el dolor que emanaba de la voz de la joven, salieron de sus casas, sorprendidos, sin imaginar el drama que se desarrollaba a escasos metros.
Minutos antes, Fátima había estado en la tranquilidad de su hogar, lavando la ropa mientras bebía alcohol, una actividad que podría parecer inofensiva, rutinaria.
Sin embargo, algo ocurrió, una discusión cuyo contenido sólo la oscuridad de la noche conoce, y que la llevó a tomar la decisión más drástica. La encontraron suspendida, sin vida, dejando tras de sí un vacío imposible de llenar.
La desesperación llevó a los familiares a llamar de inmediato al 9-1-1. Pronto llegaron los paramédicos de la SSP, pero no había nada que hacer.
El cuerpo de Fátima ya no presentaba signos vitales. Su historia terminó abruptamente, dejando a cuatro hijos en la orfandad, con preguntas sin respuesta y un dolor que difícilmente se desvanecerá.
El hogar de Fátima, que hasta ese momento había sido un refugio, fue acordonado por la policía. Las luces de las patrullas pintaron la calle de rojo y azul, mientras el personal de la FGE y del Semefo realizaba su labor. El silencio volvió, pero esta vez era un silencio pesado, cargado de tristeza y desconcierto.
El suicidio es un espectro que ronda en silencio, muchas veces invisible hasta que es demasiado tarde. En Yucatán, las líneas de prevención están disponibles para aquellos que necesiten apoyo, un intento por evitar que historias como la de Fátima se repitan.
Esa noche, Motul dejó de ser el tranquilo municipio que todos conocían. La tragedia había tocado una puerta y la voz de una niña, preguntando con el alma rota “¿Por qué lo hiciste?”, quedó resonando en la memoria de todos, como un triste recordatorio de la fragilidad de la vida y del dolor que puede esconderse detrás de las puertas cerradas.