En el corazón de Oxkutzcab, un pequeño municipio del sur de Yucatán, la escasez de coco ha comenzado a sentirse como una sombra que se cierne sobre la vida diaria. Hace más de tres meses que la sequía dejó su huella, transformando la abundancia habitual de esta fruta en una búsqueda casi infructuosa. En el centro de acopio, donde solían encontrarse montones de cocos frescos, hoy solo quedan unas cuantas unidades, y el panorama no parece mejorar pronto.
El precio del coco ha escalado a 12 pesos al mayoreo, una cifra que refleja no solo la escasez, sino también la poca calidad del fruto que aún se encuentra. Estos cocos contienen muy poca agua, lo que les resta valor para quienes dependen de su venta para preparar y comercializar agua de coco, una bebida refrescante y tradicional en la región. El negocio, que antes fluía con la frescura y dulzura del agua de coco, hoy enfrenta un desafío crítico.
Luis Chan, un comerciante local de aguas frescas naturales, es uno de los muchos afectados por esta situación. Con preocupación en su voz, comenta que en la plaza de Oxkutzcab el coco se ha vuelto casi un artículo de lujo. “Es difícil adquirirlo”, dice, mientras observa las pocas piezas que ha logrado reunir, las cuales no alcanzarán para cubrir la demanda de sus clientes.
Este fenómeno no es aislado. La intensa sequía que azotó a los municipios del sur de Yucatán y varias entidades cercanas ha dejado tras de sí una tierra reseca y una producción agrícola mermada. Los campos, que antes ofrecían cosechas abundantes, ahora muestran signos de desgaste y agotamiento, y los agricultores miran al cielo esperando las lluvias que aún no llegan.
La esperanza en Oxkutzcab es que esta situación comience a normalizarse en los próximos dos o tres meses. Sin embargo, la incertidumbre persiste. Los comerciantes y habitantes del municipio saben que la recuperación será lenta, y que hasta entonces, cada coco que se logre obtener será casi tan valioso como el oro.
Mientras tanto, la vida sigue en este rincón de Yucatán, donde el aroma a coco fresco se ha vuelto un recuerdo lejano, y donde el eco de la sequía resuena en cada mercado, en cada conversación, en cada intento por mantener vivas las tradiciones que giran en torno a esta fruta.
En Oxkutzcab, el coco escasea, pero la resiliencia de su gente, forjada por generaciones en estas tierras, sigue presente, esperando el regreso de la abundancia.