En un pequeño pueblo de Yucatán, María se sentaba cada tarde en el portal de su casa, esperando el sonido del teléfono. Su hijo, Juan, había partido años atrás hacia Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Con él, llevó no solo sus sueños, sino también la herencia de su tierra: la lengua maya, las recetas familiares y los recuerdos de las tardes soleadas en Oxkutzcab.
Hoy, Juan vive en California, casado y con dos pequeños hijos, Kevin y Maya, nacidos en suelo estadounidense. A pesar de la distancia, las raíces mayas siguen vivas en ellos: hablan un poco de español, celebran el Hanal Pixán y escuchan a su abuela contar historias a través de videollamadas.
Cuando María escuchó en las noticias que un decreto presidencial buscaba invalidar la ciudadanía de niños nacidos en Estados Unidos de padres migrantes, sintió una punzada en el pecho. ¿Qué pasaría con Kevin y Maya? ¿Serían arrancados del país donde nacieron? ¿Se rompería el sueño por el que su hijo tanto luchó?
La incertidumbre recorrió los corazones de miles de familias como la de María. En Yucatán, en municipios como Tekax, Muna y Peto, las conversaciones en las plazas giraban en torno a lo mismo: los hijos, nietos y sobrinos nacidos en el extranjero y lo que este decreto significaría para ellos. “Es como si quisieran borrar quiénes somos,” decía un vecino.
Pero la esperanza no se apagó. Los jueces federales frenaron el decreto, devolviendo un respiro a miles de familias. “Nuestros hijos están a salvo,” pensó Juan al escuchar la noticia. Su esfuerzo, las largas horas de trabajo, las noches de nostalgia por su tierra, todo valía la pena.
Las remesas que Juan y otros migrantes envían no solo sostienen a sus familias; mantienen viva la economía en lugares como Oxkutzcab y Cenotillo. En cada billete que cruza la frontera, viaja también la esencia de Yucatán: su amor por la familia, su fortaleza y su esperanza.
María, desde su portal, sonríe con alivio. En su corazón, sabe que las raíces de su familia son fuertes, sin importar dónde crezcan. Porque al final, ser yucateco no depende de un papel, sino de un amor que atraviesa fronteras. 🌎❤️