El sol de media tarde apenas comenzaba a ceder cuando el monte de Teya fue testigo de una escena ya demasiado repetida: dos hombres, a bordo de una camioneta Dodge Ram de carga pesada, arrojaban sin reparo nieve seca en plena vía pública.
No sabían que estaban siendo observados
Una llamada ciudadana alertó a los elementos de la Policía Ecológica de Kanasín, que llegaron a tiempo para sorprenderlos in fraganti. Sin posibilidad de evadir su responsabilidad, Leobardo Antonio S.R., de 39 años, y Carlos de Jesús H.E., de 26, fueron detenidos y trasladados a la cárcel pública, donde deberán permanecer 36 horas. Además, enfrentarán una multa de 200 Unidades de Medida y Actualización (Umas), equivalentes a 22,628 pesos.
El vehículo, con placas de Chiapas, también fue asegurado
Pero este episodio no es un caso aislado. Apenas unos días antes, en una calle de terracería en San Antonio Tehuitz, otros dos ciudadanos fueron sorprendidos realizando la misma infracción ambiental. Natalicio M.J. y Aremy Aracelly P.F., ambos de 38 años, decidieron vaciar bolsas de basura en un camino de tierra, según alegaron, porque “el basurero municipal no las aceptó”.
“Se me hizo fácil”, dijo uno de ellos a los oficiales, en una frase que resume con crudeza la cultura del desinterés por el entorno.
Ambos también fueron arrestados y sancionados con 170 Umas, conforme a los artículos 62 y 64 del Reglamento de Ecología y Medio Ambiente del municipio.
Las autoridades de Kanasín han sido claras: tirar basura en la vía pública no solo es una falta cívica, sino un atentado contra el bienestar colectivo y la sustentabilidad del entorno. La Policía Ecológica, cada vez más presente en las calles y montes, busca no solo sancionar, sino concientizar.
Kanasín ha dejado de ser un territorio impune para quienes dañan el medio ambiente. Aquí, cada bolsa arrojada tiene un costo. Y cada excusa, una consecuencia.