El aire de Sisal está impregnado de un silencio denso, como si la naturaleza contuviera el aliento tras el brutal ataque que sufrió. Lo que alguna vez fue un refugio verde y vibrante, hogar de incontables especies, ahora es un paisaje herido: 23 mil metros cuadrados de manglar han sido arrasados por maquinaria pesada y motosierras.
Alicia Bárcena Ibarra, titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), lo confirmó con pesar:
“Metieron máquinas, metieron motosierras, metieron de todo y detenerlos ha sido difícil”. La devastación no fue un accidente ni una tormenta natural; fue el resultado de una ambición que violó leyes y destruyó un ecosistema invaluable.
Una lucha desigual contra el poder del dinero
En Sisal, la indignación es palpable. Irineo Novelo, comisario ejidal, ha alzado la voz en reuniones encabezadas por el gobernador de Yucatán, Joaquín Díaz Mena, denunciando que los habitantes han perdido terrenos a manos de inversionistas y extranjeros. El mar y el manglar, símbolos de vida y equilibrio, están siendo acorralados por el afán de lucro.
México ya ha perdido cerca del 15% de sus manglares, mientras que en Yucatán la cifra asciende al 8%. La titular de la Semarnat fue clara al señalar que la prioridad ahora es restaurar el ecosistema afectado. El gobierno, junto con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Fiscalía General de la República (FGR), ha iniciado investigaciones para identificar a los responsables de esta devastación ambiental.
El precio de la codicia
El sonido de las motosierras ya no retumba, pero el daño persiste. La tierra está desgarrada y el agua que alguna vez alimentó raíces ahora refleja el vacío. No se trata solo de vegetación perdida, sino de un golpe al corazón mismo de la comunidad y de su entorno natural.
La naturaleza pide auxilio, y los habitantes exigen justicia. ¿Será suficiente la restauración ecológica para sanar la herida abierta por la avaricia? El tiempo lo dirá, pero la comunidad de Sisal no piensa quedarse en silencio. 💪