En el corazón de Yucatán, donde la historia se borda a mano y los cenotes susurran leyendas milenarias, se está gestando una nueva forma de viajar: una que conecta al visitante con la esencia viva de las comunidades. Esta semana, en la comunidad de Ek Balam, no solo se compartieron tortillas hechas a mano y técnicas ancestrales de tejido: se cocinó también una agenda de colaboración para fortalecer el turismo comunitario en el estado.
El Gobierno de Yucatán, a través de la Secretaría de Fomento Turístico (SEFOTUR), encabezó un encuentro estratégico con los integrantes de la Unión de Cooperativas Turismo Alternativo Comunitario Co’ox Mayab, organización que agrupa a más de 110 personas de comunidades campesinas y pesqueras, que han hecho del turismo una herramienta de preservación y desarrollo local.
La reunión, liderada por el subsecretario Raúl Paz Noriega y Mario Tuz May, presidente de Co’ox Mayab, dejó un mensaje claro: el turismo comunitario no es una moda, sino una visión de futuro. Entre tortillas, hilos de hamaca y las aguas cristalinas del cenote X’Canché, se firmó un compromiso tácito: seguir promoviendo, capacitando y fortaleciendo esta forma de turismo que es tan rica como respetuosa.
Fruto de esta sinergia, ya existen proyectos exitosos como el catálogo “Yucatán: Mosaico de Experiencias”, creado en colaboración con la UNESCO y Airbnb, que visibiliza el esfuerzo de diez municipios que han transformado su identidad en experiencia turística.
El Gobierno del Renacimiento Maya, encabezado por Joaquín Díaz Mena, apuesta por este modelo que no solo resguarda el patrimonio biocultural, sino que también diversifica la economía local. “El turismo comunitario es un acto de justicia social”, señalan desde Sefotur, y los rostros sonrientes de quienes cosen identidad en cada actividad lo confirman.
Yucatán no solo se visita. Se vive. Se escucha. Se saborea. Y ahora, más que nunca, se construye en comunidad.