LA VISIÓN DE CARONTE
Por Miguel II Hernández Madero
En México urge la aplicación de políticas públicas para solucionar los problemas sociales, en vez de aplicar únicamente programas asistenciales que resuelvan lo inmediato, pero que no logren la transformación que requiere el país.
Hasta ahora diversos estados del país han aplicado programas asistenciales que atienden las necesidades de momento, pero que en realidad no resuelven de fondo el problema pues se sigue en una espiral que arroja cifras cada vez más preocupantes en los índices de miseria.
Entramos a la segunda mitad de la administración federal, que ha planteado reformas energéticas y educativas cuyos efectos se verán en la próxima generación, pero además ha gravado con fuertes tasas impositivas a los ciudadanos comunes quienes a duras penas “viven al día”, en el mejor de los casos.
Basarse únicamente en esos programas asistenciales, es seguir jugando al “padre benefactor” y condenar a los ciudadanos a ser “los hijos desvalidos”. Es bueno entregar vales de útiles escolares, equipos de alta tecnología, zapatos y demás cosas, pero sería mejor establecer políticas públicas para que la gente pueda en algún momento tener la capacidad para ir a los establecimientos, meter la mano en la bolsa y saber que tiene el dinero suficiente para comprar lo que desea y necesita.
Eso sería hablar de un país en crecimiento y en desarrollo. Actualmente, lo indican las cifras oficiales desde hace cuando menos tres sexenios, en promedio cada año se asignan más recursos para el combate a la pobreza y cada año tenemos más pobres, con diferentes nombres, eso sí, pero pobres al fin.
Según las cifras de principios de 2015 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 46. 2 por ciento de la población del país (55. 3 millones de personas), viven en la pobreza.
Eso representa un aumento de dos millones en relación con los existentes en 2012, pese al incremento en recursos para su combate.
Pero no todo son malas noticias: en ese mismo lapso disminuyeron los índices de pobreza extrema. Desde 2012 a finales de 2014 cien mil mexicanos dejaron esta categoría y mejoraron para ser simplemente pobres.
Esos más de 55 millones de pobres del país han ido aumentando, no por generación espontánea o porque tengan muchos hijos; además del natural crecimiento demográfico, se debe tener en cuenta que muchos de quienes eran considerados de clase media, debido a diversos factores caen en la categoría de pobreza; por ejemplo pierden empleo, se ven imposibilitados de ahorrar y empiezan las carencias.
La situación se agrava con los impuestos de primer mundo, pero aplicadas en un país en vías de desarrollo, como es México, donde gasolina, energía eléctrica, impuestos al transporte y otros, laceran a la clase media mexicana.
Estamos a poco más de dos meses de cerrar el año. Veamos qué sorpresas llegan, veamos cuántos pobres más habrá en el país y roguemos porque cada vez sean menos y se viva otro “Milagro Mexicano”, para cambiar el panorama de ser una nación con enormes recursos y riquezas, pero con una pobreza marcada y encaminada a la desesperación.
Hasta la próxima…