La tarde del martes, un trágico accidente en la carretera Peto-Tahdziu, al sur de Yucatán, apagó la vida de un joven volquetero.
Eran poco más de las 15:00 horas cuando el sol aún iluminaba con fuerza el asfalto. Un volquete cargado con polvo para la construcción transitaba por la vía, cuando, de repente, todo cambió.
El camión, que avanzaba con dificultad en una curva prolongada, perdió el control. La carretera sinuosa, rodeada de vegetación y rocas, se convirtió en un laberinto fatal para el conductor.
El volquete salió de la vía y recorrió varios metros antes de chocar con las rocas, que detuvieron su descontrolada marcha. Sin embargo, lo peor estaba por suceder.
La carga pesada que llevaba el vehículo, junto con el impacto, provocó que la caja de volteo aplastara la cabina del camión, dejando al joven chofer atrapado entre los fierros retorcidos. El tiempo pareció detenerse en ese instante, cuando el ruido del accidente se mezcló con el silencio abrumador de la tragedia.
Los primeros en llegar fueron los policías municipales de Peto. El paisaje, ahora inmóvil, contrastaba con la urgencia de sus movimientos, pero el destino ya estaba escrito.
Al acercarse al volquete, descubrieron que el conductor no presentaba signos vitales. La vida del joven se había apagado de manera casi instantánea.
Con la llegada de los bomberos de la Secretaría de Seguridad Pública, comenzó la labor de recuperación del cuerpo. Las herramientas y la experiencia de los rescatistas se enfrentaron a la triste realidad de una vida truncada por el destino en una jornada laboral.
Se presume que el joven volquetero era originario de Peto, un trabajador que, como tantos otros, había salido de casa para cumplir con su día de trabajo, sin saber que jamás volvería.
Las esperanzas y los sueños del joven quedaron atrapados, como él, entre los hierros de su volquete. Ahora, solo queda el vacío de una vida que se perdió demasiado pronto en la carretera Peto-Tahdziu.